Bodas de Oro de papá y mamá

¡50 años de amor eterno!

 

El 31 de agosto 2025 no fue un día cualquiera. Fue el día en que celebramos el amor inquebrantable de dos personas increíbles, nuestros padres, quienes cumplieron 50 años de casados. ¡Medio siglo! Se dice pronto, pero son 50 años de risas, de apoyo incondicional y de construir una familia preciosa.

 

Para este día tan especial, Loly, nuestra madre, eligió un vestido de novia de Trebol Moda, un precioso diseño de Nati Jiménez. Esta vez, en lugar del blanco, optó por la elegancia y discreción de un tono rosa nude. El vestido se caracterizaba por su peplum en la cintura, que realzaba su figura, mangas rectas de tres cuartos y un largo midi. Manolo, el novio, llevó un elegante traje azul marino (firmado por Lino Clemente) con chaleco gris perla. La corbata, a juego con el vestido de Loly, también era de Trebol Moda.

Para sorpresa de nuestra madre, le regalamos una réplica exacta del precioso ramo de novia de gladiolos que llevó aquel 31 de agosto de 1975. A nuestro padre, por su parte, le colocamos una flor blanca en la solapa. Unos detalles que los llenaron de emoción.

 

 

La ceremonia en la iglesia

 

Para conmemorar sus bodas de oro, no se necesitaba una fiesta multitudinaria. Fue una ceremonia íntima y emotiva, solo para nosotros, su familia más cercana. La Iglesia de San Antón en Alcalá la Real fue el escenario perfecto. A las ocho de la tarde, el aire se llenó de expectación. Algunos de sus hijos y nietos tuvimos el honor de participar activamente, leyendo las escrituras y haciendo las peticiones. Cada palabra estaba llena de gratitud por el ejemplo de amor que siempre nos han dado.

El momento culminante fue la renovación de votos. Ver a nuestros padres, de la mano, llenos de nervios como hace 50 años, fue un momento mágico. El sacerdote ofició una misa cercana y personal. No era solo un rito, era la reafirmación de un compromiso que ha resistido la prueba del tiempo.

Cuando la ceremonia terminó, la alegría se desbordó. A la salida, los abrazos se mezclaron con la lluvia de arroz y serpentinas. Con las risas y la emoción, gritamos: “¡Vivan los novios!”.

Una velada inolvidable

 

Después de la emotiva ceremonia, nos dirigimos a celebrarlo al restaurante “Sol y Luna” en Santa Ana. Al llegar, nos recibió la inconfundible melodía de “por un sorbito de champán”. Joaquín, con su habitual hospitalidad, ya tenía preparadas las copas para brindar. Y así lo hicimos, alzando el champán por los novios.

Una dulce sorpresa les esperaba: una mesa especial llena de “dulces recuerdos”. Era una colección de fotografías de sus 50 años juntos, coronada con su álbum de bodas. Fue un verdadero lujo ver cómo, foto a foto, revivían anécdotas y momentos. Los nietos, asombrados, no reconocían a sus abuelos en aquellas imágenes de 1975.

Durante la cena, el ambiente se llenó de nostalgia con la música de su juventud. Temas de Mocedades, Los Brincos y El Dúo Dinámico nos transportaron a otra época mientras disfrutábamos de una cena exquisita, con manjares como carpaccio de ternera, pulpo a la gallega y bacalao al pil-pil.

En esta celebración tan especial, no podían faltar los “invitados virtuales”. Tíos, cuñados y demás familiares que no estaban físicamente presentes, lo estuvieron a través de la pantalla del móvil. Nosotros, sus cómplices y aliados, contactamos con ellos por WhatsApp para que nos enviaran sus videos con sus felicitaciones y enhorabuenas particulares para los recién casados.

Llegó el momento de los regalos. Para el abuelo, unos gemelos personalizados con la inscripción “te queremos abuelo”. Para la abuela, una pulsera con el nombre de cada nieto. Unos detalles que no se esperaban y que los emocionaron profundamente.

La noche culminó con el momento de la tarta, una exquisita milhoja de chocolate. Al apagar las 50 velas, sus hijos les leímos un mensaje de agradecimiento. Para sellar este momento, el gran regalo: un viaje a Barcelona. Un viaje que simboliza una segunda luna de miel para rememorar lo que han construido, como su propia Sagrada Familia, un símil de su amor y su hogar. Al igual que el arte de Dalí, este viaje representa lo que queda por construir y vivir juntos.

La velada no podía terminar sin un buen guateque. La música de Abba y su “Dame tu amor” nos hizo levantarnos a todos para bailar y celebrar hasta el final.